La crisis de los 40 o crisis de la mitad de la vida, no es una leyenda urbana. Hablar de este tema es en parte tabú y siempre se hace referencia a ello con crítica y juicio sobre todo cuando una persona que está pasando por estos tránsitos de la vida, pierde el norte. Yo no he sido consciente de la importancia de esta etapa hasta que entré en el mundo de la astrología y por fin pude ver con claridad todo mi recorrido. A partir de los 36 años mi identidad se vio drásticamente modificada por la maternidad, desde entonces ha sido un largo y sinuoso recorrido que gracias a la astrología le he podido dar sentido. He comprendido el tremendo potencial de transformación que se da en este septenio de la vida.
Los cuarenta años son un punto de cambio en el empeño de la actividad externa.
Te hago un resumen de los diferentes septenios por los que pasamos para que puedas tener una visión más completa.
- 1 Septenio:
Es una etapa lunar y transcurre desde el nacimiento hasta los 7 años. En este septenio nuestro ser es acogido por el ámbito familiar quien entregará cobijo, alimentación, nutrición, contención y afecto. Es muy importante aqui la vida en el hogar la ternura con la que somos sostenido y el contacto corporal.
- 2 Septenio:
Es una etapa mercurial va desde los 7 hasta los 14 años. Aprendizaje y juego. Esta etapa está relacionada con el aprendizaje, comunicar, pensar, reflexionar, analizar, nos relacionamos con el entorno donde comenzamos a intercambiar con los juegos.
- 3 Septenio:
Etapa Venusina, va desde los 14 a los 21 años. Despertamos a nuestra individualidad y al amor. Aquí aparece nuestra capacidad de valorar, seducir, contemplar, armonizar y equilibrar.
- 4 Septenio:
Etapa solar, va desde los 21 a los 28 años. Aquí experimentamos nuestra posición en el mundo. Brillo personal, compromiso con ser uno mismo, autoexpresarse, irradiar, exhibir, estimular y poner pasión en nuestras actividades.
- 5 Septenio:
Etapa marciana, que va desde los 28 a los 35 años. Desde aquí partimos a la conquista de nuestros deseos. Impulsamos, conquistamos, arriesgamos, empezamos a ser autónomos y a emprender.
- 6 Septenio:
Etapa Jupiteriana, que transcurre desde los 35 hasta los 42 años. Aquí comenzamos a sintetizar partiendo de nuestros sistemas de creencias, damos dirección, expandimos, sentimos entusiasmo en nuestras actividades y damos sentido de trascendencia a nuestra vida.
- 7 Septenio:
Etapa Saturnina, va desde los 42 a los 49 años. La crisis de la madurez. Consolidamos, construimos, maduramos, tomamos responsabilidad y ganamos autoridad.
A partir de aquí estamos metidos en la segunda mitad de la vida.
La cuarentena representa un giro en la vida del ser humano. Todo el esfuerzo que la persona ha realizado a nivel interno y espiritual comienza a dar frutos a partir de esta segunda mitad.
Aquí es donde uno tiene todo el potencial de alcanzar la paz del alma.
Para poder entender este tránsito es importante que comprendamos que el camino del hombre va más allá de la vida terrenal. Es un camino iniciático
para acabar conectando con el verdadero ser, con la esencia de nuestra alma.
Este estado de conexión no se consigue haciendo, sino más bien a través de abandonarse a las manos de una energía o creencia más grande.
En la primera mitad de la vida estamos con toda nuestra energía puesta en hacer para nuestro propio beneficio. En la crisis de la mitad de la vida, un saber más elevado nos empieza a vaciar de todas las máscaras que creamos en la primera mitad, todas ellas, válidas como instintos de supervivencia. A partir de ahora ya no nos sirven, es el momento de vaciado y de ser despojado de todas nuestras falsas identificaciones, esta energía obrará a través de la vida misma, trayendo experiencias destino que puede imponernos una nueva realidad.
En esta etapa de nuestra vida podemos reconocer diferentes fases:
- La crisis.
Llega el momento de la crisis en el que nuestra realidad empieza a cambiar y nos propone deshacernos de nuestras identificaciones, aquello a lo que estamos acostumbrados, pero lo nuevo aún no ha llegado. La sensación de fracaso puede ser grande. Desde un punto de vista espiritual podemos decir que es nuestro alma o ser superior el que nos aprieta para conducirnos a este momento de crisis. Nos revuelve nuestro mundo conocido para que nos deshagamos de todo lo que sobra.
- La huida.
Ante la crisis muchas personas en vez de enfrentarlas desde una mirada transformadora, puede resistirse a ella. Podemos negarnos a mirar dentro. A veces nos cuesta situar el desasosiego como una voz interna, que nos insta a mirar dentro, en vez de esto corremos hacia experiencias nuevas en lo externo, en los otros, en las estructuras o en las instituciones que quisiéramos cambiar. Nos ocupamos tanto de las reformas que queremos hacer fuera que tapamos con nuevas capas el fondo de nuestro alma. Mientras estemos entretenidos con objetivos externos menos miraremos dentro y cuanto más corramos menos encontramos.
Es importante comprender el carácter escalonado que tiene nuestro mundo espiritual, cada escalón tiene su función y la mitad de la vida es un escalón decisivo hacia la propia realización. Es un escalón muy doloroso que nos cuesta aceptar y cuando nos acercamos a este proceso el mecanismo de defensa es la huida.
- La Inhibición.
Otra forma de reaccionar es la inhibición, ante la llamada de dar un paso adelante en nuestro desarrollo mejor elegimos dejar todo tal como está. Se produce un endurecimiento interno, falta de amor, quejas de los demás y juicios sobre la flojedad de otros. Nos hacemos a la idea que somos perfectos en nuestros actitudes y queremos enseñar a otros nuestra forma correcta de actuar ante el mundo.
Pero quien después de los cuarenta años está demasiado pendiente de sus ejercicios o actividades externas y las considera más importantes que el contacto con el fondo del alma corre el riesgo de convertirse en un pozo seco.
- Conocerse a sí mismo.
La crisis de la mitad de la vida nos coloca ante la exigencia del auto conocimiento que a la vez sería una gran ayuda para superar dicha crisis. El camino del autoconocimiento solo debería llevar un sentido y es hacia el interior, para volver al fondo del alma. El problema es que cuando entramos en esta cueva desconocida nos podemos encontrar con nuestra sombra, entramos en contacto con la maldad, cobardía y falsedad. Podemos tener una mirada afilada para ver las debilidades de los demás sin embargos nos mostramos ciegos para las propias. Proyectamos en otros nuestras debilidades ya que nos resulta más difícil reconocerlas en nosotros mismos.
Al proyectar mis debilidades en los otros no las puedo reconocer en mi mismo y me quedo ciego ante mi propia situación. Esto se manifiesta en las censuras a los otros, en condenas y en crítica. El conocimiento de uno mismo es la mayor parte de las veces desagradable. Nos arranca todas las máscaras de la cara y descubre lo que hay en nosotros. De ahí que sea comprensible que muchos quieran evitar sin miramientos el realizar un trabajo interno de desarrollo personal.
En la crisis de la mitad de la vida es nuestra esencia, nuestro alma, quien toma la iniciativa y nos lleva si o si al conocimiento de uno mismo. Bajo este impulso podemos sentir cada vez más incomodidad que nos sacude a nuestro interior, para que podamos descubrir lo que no es verdadero en nosotros.
- La Serenidad.
Junto con el conocimiento de sí mismo, otra ayuda para superar la crisis de la mitad del la vida: es la serenidad. No hablamos aquí de no conmovernos con nada, sino más bien a la capacidad de entrega a uno mismo. Es importante añadir a nuestra vida la aceptación de que todo lo que venga, entregando nuestra voluntad a algo más elevado. Es momento de abandonar muchas cosas para que podamos hacer un viaje más liviano. Es necesario soltar peso para volar más alto. Es una propuesta de dejar lo bueno para que venga lo mejor. Pues lo bueno podría ser enemigo de lo mejor e impedir nuestro avance.
El ser humano ante tal apretura no debe evadirse, es mejor esperar. Es difícil salir de este estado por las propias fuerzas. Es un momento único para estar dispuesto y con confianza soltar las riendas y ponerse en manos de la propia esencia. Ya no soy yo sino es mi espíritu el que debe conducirme.
En este punto el hombre debe de hacer como la serpiente cuando tiene ya una piel vieja y debe mudar, a veces esta se cuela en una grieta estrecha entre dos piedras para que a través de este paso estrecho y doloroso pueda desprenderse de la piel que ya no le sirve. De esta forma aunque a veces sufra algún rasguño, deja la piel entre las grietas para salir con una piel nueva.
El inicio del septenio de los 42 a los 49 nos lleva a un momento de nuestras vidas donde nos replantearnos nuestra existencia. Es el momento de revisar todos los sueños que tuvimos de cómo sería nuestra vida de mayor adquiriendo una nueva visión más actualizada, donde evaluar si fue realidad o fantasía. Aceptar nuestras limitaciones y tomar un camino de desarrollo personal donde nuestra mirada esté dirigida a la vida interna. Tener la valentía de ponernos en manos de algo más elevado con fe y confianza sabiendo que somos sostenidos y guiados, para desarrollar nuestro mayor potencial espiritual siendo este puesto a nuestro servicio y al de la humanidad.